El primer momento en que escuché 'Orinoco Flow' de Enya es un momento que nunca olvidaré. Fue en el año 1988, cuando yo era un joven adolescente que trabajaba en una fábrica. Teníamos la radio encendida y la canción comenzó a sonar inesperadamente. Nunca había escuchado algo similar antes: la melodía era hermosamente inquietante y me sentí atraído por las voces evocadoras y el ambiente onírico y fuera de este mundo de la música.
Nunca había escuchado algo como eso antes. Era como si Enya hubiera creado su propio género de música, mezclando elementos de la música New Age, folclórica y electrónica para crear algo completamente único. La forma en que ella superponía sus voces e instrumentos para crear un sonido exuberante y texturizado era absolutamente cautivador.
Lo que hizo que 'Orinoco Flow' fuera tan cautivador fue su sonido único. La música de Enya se describe a menudo como “New Age", un género que incorpora elementos de la música electrónica, folclórica y clásica. El sonido característico de Enya se crea mediante la superposición de varias pistas vocales, lo que le da a su música una calidad etérea distintiva. Sus letras a menudo se inspiran en la mitología y la fantasía, y su música se ha descrito como "transportadora" y "fuera de este mundo".
Para mí, 'Orinoco Flow' fue la introducción perfecta a la música de Enya. El tempo alegre de la canción y sus letras aventureras resonaron conmigo. Pronto descubrí el resto de la discografía de Enya y quedé cautivado por su sonido único y sus letras poéticas.
La música de Enya me ha enseñado que hay belleza y magia en el mundo, si solo nos tomamos el tiempo de buscarla. Su música me recuerda que hay una parte profunda y primordial de nosotros mismos que anhela algo más que lo mundano, algo que solo se puede encontrar en el reino de la imaginación.
Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que la primera vez que escuché 'Orinoco Flow' fue un momento crucial en mi vida. Me presentó a un nuevo género de música y encendió un amor por la música de Enya que ha durado toda la vida. Hasta el día de hoy, cada vez que escucho 'Orinoco Flow', regreso a esa fábrica en 1988 y recuerdo el poder de la música para conmovernos e inspirarnos.